viernes, 21 de septiembre de 2007

Destrucción (y simplicación) de un poema de Coleridge.

(pínquenle a la imágen pa' verla en acción)
Mis disculpas a Coleridgey espero que entienda que si hago esto, es porque su poesía me hace pensar. También gracias a mi maestro de HL II que me ayuda a entender.
La campana de viento.

(Una pareja recién casada, Zara y Samuel, están sentados en una bella e iluminada pradera afuera de una cabaña donde pasan su luna de miel, abrazados y enamorados. Samuel se siente inspirado.)


Samuel: ¡Que bello día! Cuantos colores en las nubes y árboles. ¿Sí ves las nubes, amor?
Zara: (Reclinada sobre Samuel, sin levantar la cabeza, sabiendo que una nube es una nube) Sí, están hermosas.
Samuel: Este lugar me inspira. Escucho el murmullo del lejano mar y el silencio de las nubes.
(Zara lo mira con cara dudosa, pero antes de poder preguntarle de qué está hablando Samuel continúa)
¿Recuerdas la campana de viento que tenemos colgando de la ventana de la cocina? Siempre me ha fascinado la manera en que el viento llega y la hace sonar los acordes de la naturaleza, los tubos de metal que resuenan al canto de la naturaleza.
Zara: ¿Qué tubos? Está hecho con latas de refresco.
Samuel: (no la escucha y continua) Es la misma música que hacen los elfos del bosque cuando llegan en sus naves mágicas, trayendo sonidos encantadores mientras se mueven por los árboles, como si fueran aves. Me parece imposible no amar este mundo, lleno con luz en su música, y musicalidad en la luz; que hasta el silencio no es más que la música descanando en su instrumento.
(Para entonces Samuel ya está de pie, dejando a Zara en el suelo y él parado ante la naturaleza que tanto parece haberlo inspirado.)
Somos, mi amor, como esa campana de viento. Toda la materia natural lo es. Y llega una brisa inspiradora que nos hace cantar y ese viento es cada alma y también es el Dios de todos.
(Zara no puede creer lo que escuchar y saca a Samuel de su trance gritándole.)
Zara:¡De qué hablas! ¿Cuándo haz visto tu un elfo? (Samuel voltea a verla, asustado, había olvidado que su mujer estaba ahí [ningún poeta casado, al decir ‘mi amor‘ se refiere a su esposa]) ¿Y cómo puedes decir que somos campanas y que Dios es el viento? ¡Tú no puedes hablar de Dios así!
Samuel: (Corre hacia Zara y se arrodilla a su lado) No, no, no mi amor. Me malinterpretas no era eso lo que estaba diciendo.
Zara: (incrédula) ¿Ah, no?
Samuel: La mayoría de lo que dije no eran más que burbujas que como aparecían, explotaban. Una vaga filosofía. Estaba jugando. Tú sabes que es lo que realmente creo.
Zara: (Fría) No. Dime.
Samuel: (Tratando de sonar lo más inspirado posible) Ah, ¡Lo incomprensible!. Mi fe yace en Él que me salvo, yo, hombre obscuro y miserable, y me dio paz y gracias a el tengo este paisaje y esta cabaña y, sobre todo, a ti. La mujer que amo.
(Al decir esto la abraza y traga saliva)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Reclinada sobre Samuel, sin levantar la cabeza, sabiendo que una nube es una nube

PERFECT!!

Anna read from behind dijo...

Mas que una destruccion o simplificacion, es una mexicanizacion de Coleridge (you know what I mean, Mexican boy...our fights that can only be solved with a kiss). Seria interesante que me enviaras el poema en ingles y asi comparar tu traduccion con la mia. Los colombianos ganamos jajaja! Sin embargo a mi tambien me hace pensar... (Y late alguna parte de mi cuerpo que habia permanecido muerta por tanto tiempo!).

 
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