El taxista pregunta: Adónde
Ella le dice. El taxista asiente y ella sube. -Vámonos, señito -dice el taxista, y el semáforo cambia a rojo.
En lo mismo estaba yo (pero en vez de ella él). Cuando se detuvo para el semáforo el taxista me sorprendió: sacó un libro y se lo puso a leer. Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez. Me sentí raro al verlo. No mal interpreten; para nada fue algo de 'los taxistas saben leer', no nada por el estilo. Más bien fue algo entre la envidia y la indentificación: aquí había un hombre que disfrutaba de la lectura y lo hacía cada vez que podía; en los pocos minutos que le otorgaba el tráfico o el semáforo. También tenía en un compartimiento un diccionario y otro libro. Pocas cosas son tan buenas como leer por placer; siempre trato encontrarle placer a mis tareas (y lo logro frecuentemente; eng. lit. PWNS![que geek]) pero no siempre se puede.
Si algún día publico algo, quiero que sea digno de leer cuando el semáforo esté rojo.
(el texto del comienzo es del cuento Shanté de libro de cuentos Estos son los días de Alberto Chimal)
3 comentarios:
Oh vaya... entonces la correccion
estaba bien... es 'detuvo'.
ya vas a decir q como jodo con esto de las correcciones)Bueno... me agrada la foto, por cierto! =D
No, no jodes. Gracias.
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