Hoy en la tarde me tocó el micro que tiene un lugar a un costado de la puerta de ‘bajada’, aislado de los demás y que me permite decidir entre leer en paz o atestiguar todo lo que ocurre en el micro. Iba a leer, pero tan pronto me senté oí una niña de no más de diez años amenazar a su madre: Quiero ser emo. La mamá respondió que no, pero la niña insistía como si fuera su regalo de navidad: Quiero ser emo ¡Voy a ser emo! Sin duda compartía el micro con una niña que no sólo estaba enterada de temas sociales actuales, pero también sabía qué cosas preocupan a una madre. La señora quiso usar la amenaza para mostrar que era una muy mala decisión: No te van a dejar entrar. No pude escuchar a dónde, igual no importa. Lo interesante fue la respuesta de la niña, que, ya planeando llevar una vida de rebeldía social, respondió: No me importa. Igual me meto. La que le espera a la señora cuando la adolescencia alcance a la niña.
Antes de emprender mi ruta de entresemana, pasé a la librería del Fondo de Cultura en busca de alguna novela de Salvador Elizondo. Ya le traía ganas al escritor mexicano porque en las últimas ediciones de Letras Libres han estado publicando sus diarios y muchas veces habla sobre escritores que a mí me gustan. Tristemente no tenían ninguna novela pero sí una serie de libros pequeños de pasta dura que contienen cuentos, noveletas o ensayos. Costaban menos de 100 pesos y además los libros que edita el Fondo vienen con descuento si muestras una credencial de la UNAM, de tal manera que me salió muy barato comprar una compilación de ensayos llamado Teoría del Infierno. Lo compre porque la mayoría de los ensayos son sobre Ezra Pound y James Joyce. Pero lo que más llamó mi atención y lo único que he leído no es un ensayo sino una traducción titulada La Primera Página de Finnegan’s Wake. No estoy completamente seguro, pero creo que nunca he visto una traducción completa de la última obra de Joyce al español, esto indudablemente se debe atribuir al lo complicado que sería traducir el texto completo. La forma que lo hace Elizondo es bastante interesante, trataré de demostrarlo. La primera palabra de Finnegan’s Wake es riverrun que es un neologismo creado por Joyce al juntar las palabras river y run. La traducción de Elizondo es ríocorrido. Y aunque con este ejemplo no es muy explicito, la intención de Elizondo no es traducir los neologismo que conforman la novela sino crear nuevos silogismos que tengan el mismo significado o, mejor dicho, que creen el mismo significado en español que el que se crea en inglés. Además el texto incluye una nota a pie de página que explica la traducción y el significado del original más su lugar en la novela. La nota de riocorrido dice: 1- riocorrido (riverrun): aquí tiene el sentido decurso o recorrido del río Liffey a través de la ciudad de Dublín. La frase que comienza con esta expresión constituye el complemento de la oración final del libro mediante la cual el principio del Finnegans se convierte en la continuación de su propio final formando así una unidad cíclica en sí misma. Como ya podrán imaginar, el problema de publicar la traducción completa de la manera en que la presenta Elizondo resultaría en un enorme volumen en el cual un quinto de la página la ocuparía el texto y lo demás estaría conformado por notas a pie de página. No hay nada intraducible porque finalmente nada es estrictamente traducido, lo que existe es la adaptación de un significado de un sistema de símbolos a otro. Un laberinto de símbolos, como dicen en El jardín de los senderos que se bifurcan. Joyce presenta un hermoso y confuso laberinto; Elizondo presenta una planeación de mapa para la lengua española, pero dicho mapa tendría una extensión mayor a la que alcanzan nuestras dos manos. Por ahora (tal vez no por mucho) creo que Joyce, entre muchas cosas, trata de recobrar la libertad en significados que tenía el idioma y supongo (ya ni creo) que parte del placer es perderse en el laberinto ¿Para qué salir?
Creo que una de las cosas que me intimida de ver chavitos en equipos de fútbol europeo es que veo a gente que desde una muy temprana edad encontró su camino y eso les da una ventaja. Los comparo que guerreros orientales que desde que nacieron comenzaron a avanzar por el camino de la espada y eso les da habilidades sobrehumanas o al límite de lo humano. Todavía no estoy seguro, pero puede que al final de todo eso esté un sentimiento de envidia. Igual que un músico que estudia su instrumento desde la infancia, estos jugadores (si nada los obstruye) seguramente perfeccionarán su arte. Los que conozcan la corta y aburrida historia de mi vida saben que dar bastantes vueltas equivocadas para llegar al lugar donde estoy, donde debo estar. Mi indecisión sobre el tema de la envidia se debe a que no sé si quiero que me quiten lo bailado (o peor aún, si ni siquiera fue baile).
Regresando en parte a Joyce. Tengo la impresión de que una de las grandes tesis que se encuentran en la biblioteca de mi facultad y escrita por alguien de mi carrera trata sobre una comparación entre la obra de Octavio Paz y T.S. Eliot. No puedo hablar mucho sobre ese tema, pero con lo que he leído de Eliot y con lo que llevo leído de La Estación Violenta (me falta la famosa Piedra de Sol) me atrevo a afirmar que tengo una idea sobre las similitudes o mejor dicho las ideas y efectos de Eliot que Paz quiere recrear en su poesía. Tengo la idea de que se podría hacer una comparación de ese tipo entre Ulysses y La región más transparente. En la conferencia que Carlos Fuentes dio el lunes en el Auditorio Nacional que varios medios de prensa cubrieron, el autor mexicano dijo que el novelista escoge su espacio, que Faulkner escogió Yoknapatawpha, Gabriel García Márquez escogió Macondo, Juan Rulfo escogió Comala y él escogió la Ciudad de México. Un maestro que me dio clases sobre el Ulysses dijo que mientras uno podía inventar un pueblo pero no una capital. Me parece algo muy cierto y es por eso que el espacio de Carlos Fuentes difiere con los otros en su lista (sé que hay un Comala en Colima pero si uno ve las fotos es un espacio opuesto al que Rulfo nos hace imaginar en su novela, algo que Fuentes no hubiera podido haber hecho con el D.F.). En ese sentido ya existe un punto de comparación. Y se me ocurren otros, como la forma o ciertos diálogos y monólogos. Claro, también está la diferencia de que Ulysses ocurre en un solo día y en cambio la novela de Fuentes narra hechos que ocurren durante la época de la revolución. Pero también en esta diferencia encuentro una similitud: Bloom está constantemente recordando el pasado, la muerte de su hijo hace diez años, y en un capítulo si hay un largo viaje por el tiempo, sólo que el viaje lo hace el lenguaje de la novela y no los actos que se están narrando. También creo, aunque todavía no lo puedo demostrar, que el viaje heroico y la epifanía que son la titánica subcorriente del Ulysses se puede encontrar de una forma diferente, sin buscar la concordancia con el viaje de Odiseo, con varios personajes de La Región más Transparente. Espero clarificar todo algún día.
Y bueno, aunque por primera vez en mucho tiempo escribo más de cincuenta palabras en una entrada igual, para no romper con la costumbre, les pongo un video y les anuncio que si algún día tengo un hijo se va a llamar Ronaldo y le voy a explicar que su nombre signifíca fenómeno.
Antes de emprender mi ruta de entresemana, pasé a la librería del Fondo de Cultura en busca de alguna novela de Salvador Elizondo. Ya le traía ganas al escritor mexicano porque en las últimas ediciones de Letras Libres han estado publicando sus diarios y muchas veces habla sobre escritores que a mí me gustan. Tristemente no tenían ninguna novela pero sí una serie de libros pequeños de pasta dura que contienen cuentos, noveletas o ensayos. Costaban menos de 100 pesos y además los libros que edita el Fondo vienen con descuento si muestras una credencial de la UNAM, de tal manera que me salió muy barato comprar una compilación de ensayos llamado Teoría del Infierno. Lo compre porque la mayoría de los ensayos son sobre Ezra Pound y James Joyce. Pero lo que más llamó mi atención y lo único que he leído no es un ensayo sino una traducción titulada La Primera Página de Finnegan’s Wake. No estoy completamente seguro, pero creo que nunca he visto una traducción completa de la última obra de Joyce al español, esto indudablemente se debe atribuir al lo complicado que sería traducir el texto completo. La forma que lo hace Elizondo es bastante interesante, trataré de demostrarlo. La primera palabra de Finnegan’s Wake es riverrun que es un neologismo creado por Joyce al juntar las palabras river y run. La traducción de Elizondo es ríocorrido. Y aunque con este ejemplo no es muy explicito, la intención de Elizondo no es traducir los neologismo que conforman la novela sino crear nuevos silogismos que tengan el mismo significado o, mejor dicho, que creen el mismo significado en español que el que se crea en inglés. Además el texto incluye una nota a pie de página que explica la traducción y el significado del original más su lugar en la novela. La nota de riocorrido dice: 1- riocorrido (riverrun): aquí tiene el sentido decurso o recorrido del río Liffey a través de la ciudad de Dublín. La frase que comienza con esta expresión constituye el complemento de la oración final del libro mediante la cual el principio del Finnegans se convierte en la continuación de su propio final formando así una unidad cíclica en sí misma. Como ya podrán imaginar, el problema de publicar la traducción completa de la manera en que la presenta Elizondo resultaría en un enorme volumen en el cual un quinto de la página la ocuparía el texto y lo demás estaría conformado por notas a pie de página. No hay nada intraducible porque finalmente nada es estrictamente traducido, lo que existe es la adaptación de un significado de un sistema de símbolos a otro. Un laberinto de símbolos, como dicen en El jardín de los senderos que se bifurcan. Joyce presenta un hermoso y confuso laberinto; Elizondo presenta una planeación de mapa para la lengua española, pero dicho mapa tendría una extensión mayor a la que alcanzan nuestras dos manos. Por ahora (tal vez no por mucho) creo que Joyce, entre muchas cosas, trata de recobrar la libertad en significados que tenía el idioma y supongo (ya ni creo) que parte del placer es perderse en el laberinto ¿Para qué salir?
Creo que una de las cosas que me intimida de ver chavitos en equipos de fútbol europeo es que veo a gente que desde una muy temprana edad encontró su camino y eso les da una ventaja. Los comparo que guerreros orientales que desde que nacieron comenzaron a avanzar por el camino de la espada y eso les da habilidades sobrehumanas o al límite de lo humano. Todavía no estoy seguro, pero puede que al final de todo eso esté un sentimiento de envidia. Igual que un músico que estudia su instrumento desde la infancia, estos jugadores (si nada los obstruye) seguramente perfeccionarán su arte. Los que conozcan la corta y aburrida historia de mi vida saben que dar bastantes vueltas equivocadas para llegar al lugar donde estoy, donde debo estar. Mi indecisión sobre el tema de la envidia se debe a que no sé si quiero que me quiten lo bailado (o peor aún, si ni siquiera fue baile).
Regresando en parte a Joyce. Tengo la impresión de que una de las grandes tesis que se encuentran en la biblioteca de mi facultad y escrita por alguien de mi carrera trata sobre una comparación entre la obra de Octavio Paz y T.S. Eliot. No puedo hablar mucho sobre ese tema, pero con lo que he leído de Eliot y con lo que llevo leído de La Estación Violenta (me falta la famosa Piedra de Sol) me atrevo a afirmar que tengo una idea sobre las similitudes o mejor dicho las ideas y efectos de Eliot que Paz quiere recrear en su poesía. Tengo la idea de que se podría hacer una comparación de ese tipo entre Ulysses y La región más transparente. En la conferencia que Carlos Fuentes dio el lunes en el Auditorio Nacional que varios medios de prensa cubrieron, el autor mexicano dijo que el novelista escoge su espacio, que Faulkner escogió Yoknapatawpha, Gabriel García Márquez escogió Macondo, Juan Rulfo escogió Comala y él escogió la Ciudad de México. Un maestro que me dio clases sobre el Ulysses dijo que mientras uno podía inventar un pueblo pero no una capital. Me parece algo muy cierto y es por eso que el espacio de Carlos Fuentes difiere con los otros en su lista (sé que hay un Comala en Colima pero si uno ve las fotos es un espacio opuesto al que Rulfo nos hace imaginar en su novela, algo que Fuentes no hubiera podido haber hecho con el D.F.). En ese sentido ya existe un punto de comparación. Y se me ocurren otros, como la forma o ciertos diálogos y monólogos. Claro, también está la diferencia de que Ulysses ocurre en un solo día y en cambio la novela de Fuentes narra hechos que ocurren durante la época de la revolución. Pero también en esta diferencia encuentro una similitud: Bloom está constantemente recordando el pasado, la muerte de su hijo hace diez años, y en un capítulo si hay un largo viaje por el tiempo, sólo que el viaje lo hace el lenguaje de la novela y no los actos que se están narrando. También creo, aunque todavía no lo puedo demostrar, que el viaje heroico y la epifanía que son la titánica subcorriente del Ulysses se puede encontrar de una forma diferente, sin buscar la concordancia con el viaje de Odiseo, con varios personajes de La Región más Transparente. Espero clarificar todo algún día.
Y bueno, aunque por primera vez en mucho tiempo escribo más de cincuenta palabras en una entrada igual, para no romper con la costumbre, les pongo un video y les anuncio que si algún día tengo un hijo se va a llamar Ronaldo y le voy a explicar que su nombre signifíca fenómeno.