En las mañanas siempre pasa por la oficina un hombre jalando un carrito que contiene periódicos del día. Se detiene para vender y platicar con alguien que siempre está ahí (no yo, otra persona). Siempre discuten algún tema como política o la selección nacional y el vendedor siempre recita datos como si fueran decretos. Hoy el otro que siempre está ahí tenía un libro en la mano. Yo estaba esperando algo y, haya querido o no, escuché un poco de su plática en relación con el libro. El vendedor dijo algo como “Esos best-sellers son pura propaganda, ya vez que siempre hablan sobre cómo los alemanes trataron a los judíos.” Este comentario obviamente jaló mi atención y me llevó a escuchar con atención. Los best-sellers son propaganda porque hablan sobre lo mal que los alemanes trataron a los judíos, lo cual no fue verdad; Hitler sólo seguía el sueño napoleónico de unificar Europa y los judíos que manejan todo el dinero se pusieron en medio; Estados Unidos se metió en la guerra por chismoso y luego tuvo que justificar por qué lo había hecho; salvar a los judíos -que controlan toda la lana gringa- fue la excusa. Todo esto escuché. Para entonces yo ya no tenía nada que esperar y me fui.
En el momento, aunque me sentía molesto por los comentarios, no dije nada por no verme chismoso y además pensé que yo no tenía por qué andar de ‘maestro’ con la gente. Eso pensé. Leer Song of Myself crea una extraña contradicción con lo que llegó a mis oídos que sólo puedo describir como patética. En este momento me arrepiento de mi silencio, creo que debí de haber dicho algo, por lo menos para sacar el asco que sentí.
En el momento, aunque me sentía molesto por los comentarios, no dije nada por no verme chismoso y además pensé que yo no tenía por qué andar de ‘maestro’ con la gente. Eso pensé. Leer Song of Myself crea una extraña contradicción con lo que llegó a mis oídos que sólo puedo describir como patética. En este momento me arrepiento de mi silencio, creo que debí de haber dicho algo, por lo menos para sacar el asco que sentí.