domingo, 20 de septiembre de 2009

noticia sobre la frontera III

Por primera vez el insomnio me ha resultado una suerte de bendición o situación grata. Cerca de las tres de la mañana, convencido de que pasaría la noche despierto, me asomé debajo de mi cama, más por ocuparme que por honesta curiosidad. Lo que vi fue un evento sorprendente que explicó varias cosas: el tiempo corre diferente ahí: su vigilia es mi sueño. Antes, cuando la descubrí, sólo veía ciertas fachadas incongruentes y columnas insoportables iluminadas por diminutas antorchas y algo como luz de luna cuyo origen nunca descifré. La vez que mejor se iluminó fue cuando me tocó algún tipo de celebración en la que la cálida luz de fuegos artificiales me mostró ventanas, murallas y espejos de agua; además de caminitos de fuego y hogueras de chispas que supuse era una población en movimiento con lámparas en la mano.
Acabó de ver una ciudad inmensa que muestra ser la capital y por ello es todo el reino. El material común parece ser un mármol con color a barro, pero igual encontraba arquitecturas de cualquier otro material que no rompían con la apariencia uniforme, si no encajaban como adornos. Vi el agua moverse en ríos y lagos, acueductos y charcos, y claro, los infinitos puentes edificados sobre ellos. Todas esas corrientes parecían juntarse y dividirse en un colosal zigurat al centro de la ciudad, una estructura que parecía respirar y de cuya base nacieron los demás edificios. Vi una plétora de torres angostas con un observatorio en cada punta (tantas que parecía una para cada astro) y me deje intuir que estos observatorios también son sus templos e iglesias (no piensen que peco de vanidad, hacía arriba no está mi colchón sino el universo y hacía los lados no están mis paredes sino fronteras sin límites -no las examiné porque hubiera necesitado meter mi cabeza para asomarme y sería un acto muy grosero de mi parte-). Vi espirales que compiten con estas torres o que buscan esconderse en la tierra, cada una llena de libros, de textos infinitos que escogen a su lector y lo invitan a sentarse. Vi un enorme reloj de madera que no me pareció moverse (posiblemente algo carrolliano: mejor un reloj que acierta dos veces a uno que se la pasa persiguiendo la hora correcta). Vi un hermoso domo color rosa cuyas gordas campanas sonaban al azar, dejándose mover por el viento. Vi varios diminutos movimientos que supuse eran los habitantes de la ciudad. Vi dónde eran los lugares que un tren verde cruzaba, saliendo de un edificio para entrar a otro. Vi molinos con la textura de estambre y jardines encimados cuya flora escapaba en exceso y cubría muros y chimeneas de follaje. De rodillas miré y miré hasta que mi cuarto comenzó a esclarecerse y el hermoso laberinto se tronó naranja. Por fin tengo sueño y me esfuerzo escribiendo esto (perdonarán los errores) para que en unas horas pueda diferenciarlo de lo que salga en mi cabeza.

5 comentarios:

Nigel with a passport dijo...

Ya quiero llegar.

5inister dijo...

Espero que no se los coma grace.

Lady Vendetta dijo...

Sería un paseo interesante sin duda, aunque no sabría después si fue un sueño, supongo que tendría que adquirir souvenirs

Anónimo dijo...

no peca de vanidad, funciona.

Anónimo dijo...

y estoy de acuerdo: ojalá y grace no "adquiera souvenirs"

 
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