You're going to rise up singing
Then you'll spread your wings
And you'll take to the sky
But until that morning.....
Aquí por mi vecindad luego se puede ver un viejito con sombrero blanco -lentes obscuros si hay sol- que se la pasa caminando. Es un viejito que luego se enoja. A veces se sube al mismo micro que yo. Una vez pidió la parada antes de llegar a la glorieta de Miguel Ángel. El microbusero no se detuvo y lo dejó después de la glorieta, donde sube toda la gente del metro. Desde que el chofer se pasó hasta llegar a la parada el viejito le mentó mil y un madres, con un odio puro. El chofer, como buen microbusero, se quedó impávido, el viejito se bajó pero estaba tan molesto que regresó diez segundos después para seguir mentándole el resto del árbol genealógico y tratar de convencer a la gente que no se suba al microbús.
Hoy estaba caminando de regreso de la conchita con un amigo. Antes de llegar ya sabíamos que el consulado italiano estaba teniendo un evento. De vez en cuando -o posiblemente una vez al año- organizan un evento en su hermoso gran jardín que tienen. Cuando estaba la hermosa cielo en la tierra zen oficina era divertido ver a toda la sociedad diplomática de México llegar en gala. Podías estudiar con cuidado los vestidos largos y las placas azul y blanco porque el tráfico se creaba muy rápido en la calle de un carril, así que el tienes que estacionarte lejos y caminar o echarte la larga y lenta cola para llegar al válete chaleco azul. Otra cosa que pasa es que mucha gente llega con chóferes y en lugar de -como bien señalaba mi amigo- mandarlos a dar una vuelta o buscar estacionamiento, se aprovechan de que hay banquetas anchas y dejan sus vehículos RE estacionados sobre ellas.
Cuando mi amigo y yo llegamos a la altura del consulado descubrimos que los claxons no se debían al típico tráfico, era porque había algo a mitad de la calle: el viejito con sombrero blanco. Con la misma voz que le dirigió al microbusero discutía con dos policías y dos organizados. Decía que si los otros podían estacionarse en la banqueta y tapar el camino, él se podía parar a mitad de la calle. Estaba enojado de nuevo. Le gritaba a los policías, le mentaba la madre a los organizadores y luego regresaba a la banqueta para hacerles la finta de bronca (la básica de juntar un ‘qué’ con un alzamiento de hombros) a los choferes/guaruras que estaban recargados contra la pared. Somos algo metiches pero no tanto. En los tres, cinco minutos que estuve viendo el viejito consiguió que se moviera un coche estacionado y que los policías les a los de valet: muéveme todos los que están sobre la banqueta.
Bien sabía el viejito que muy pocas cosas se consiguen cunado pides amablemente.
Estoy triste por la escuela, por suerte el 5inister me enseña que no hay mejor amigo (o antidepresivo [uuuuh!]) que el internet:
Hoy estaba caminando de regreso de la conchita con un amigo. Antes de llegar ya sabíamos que el consulado italiano estaba teniendo un evento. De vez en cuando -o posiblemente una vez al año- organizan un evento en su hermoso gran jardín que tienen. Cuando estaba la hermosa cielo en la tierra zen oficina era divertido ver a toda la sociedad diplomática de México llegar en gala. Podías estudiar con cuidado los vestidos largos y las placas azul y blanco porque el tráfico se creaba muy rápido en la calle de un carril, así que el tienes que estacionarte lejos y caminar o echarte la larga y lenta cola para llegar al válete chaleco azul. Otra cosa que pasa es que mucha gente llega con chóferes y en lugar de -como bien señalaba mi amigo- mandarlos a dar una vuelta o buscar estacionamiento, se aprovechan de que hay banquetas anchas y dejan sus vehículos RE estacionados sobre ellas.
Cuando mi amigo y yo llegamos a la altura del consulado descubrimos que los claxons no se debían al típico tráfico, era porque había algo a mitad de la calle: el viejito con sombrero blanco. Con la misma voz que le dirigió al microbusero discutía con dos policías y dos organizados. Decía que si los otros podían estacionarse en la banqueta y tapar el camino, él se podía parar a mitad de la calle. Estaba enojado de nuevo. Le gritaba a los policías, le mentaba la madre a los organizadores y luego regresaba a la banqueta para hacerles la finta de bronca (la básica de juntar un ‘qué’ con un alzamiento de hombros) a los choferes/guaruras que estaban recargados contra la pared. Somos algo metiches pero no tanto. En los tres, cinco minutos que estuve viendo el viejito consiguió que se moviera un coche estacionado y que los policías les a los de valet: muéveme todos los que están sobre la banqueta.
Bien sabía el viejito que muy pocas cosas se consiguen cunado pides amablemente.
Estoy triste por la escuela, por suerte el 5inister me enseña que no hay mejor amigo (o antidepresivo [uuuuh!]) que el internet:
4 comentarios:
Si yo tuviera un amigo que me hubiera enseñado eso lo cambiaría por una computadora.
Excelente post. Hurra por el viejito!!!!
me gusta la frase "microbusero impávido".
jaja muy buena narración, ese viejito me cayó bien, sobretodo porque ponerte al tu por tu puede reducir tus años de vida y él ya es viejito jaja, perdona mis palabras sin sentido... saludos!
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