Desde hace mucho tiempo llevo tras vidas imaginarias en mi mente. Futbolista, músico y escritor. Creo que la más vieja es la de futbolista y el que la inaguró con fuerza fué Roberto Baggio (¿porqué fallaste ese penal?); en la que he imaginado ser la salvación del fútbol mexicano, romper todos los records aquí, ganar la Libertadores, y luego emigrar a Europa. El equipo europeo en el cual me consagro siempre varía, depende que escuadra se me hace la más interesante, que jugadores quiero como compañeros y en que país quiero vivir. Hay días en que hasta el mundial gano. Entre más viejo me hago, más fantástico se vuelve mi ilusión. Le dejo la realidad a Bojan y a Pato. Mi vida como músico también es divertida. Lo único estable ha sido el instrumento, la guitarra, lo que cambia una y otra vez es el estilo de música y depende de lo que esté escuchando. A veces quiero ser un Frank Zappa, otras un Zakk Wylde, y hay noches en que me atrevo a imaginarme como Steve Vai. Mi grupo ha sido el que inicia un boom de rock latinoamericano como nunca antes se ha visto, o también, como esos grupos nórdicos, emigramos a Estados Unidos para renovar el metal y aparecer en Ozzfest. La vida imaginaria de escritor sigue las misma reglas, si renuevo la poesía, la novela o el cuento latinoamericano depende de lo que esté leyendo . También el tipo de escritor, ser pobre, ser rico, llevar una vida reclusa o una de celebridad intelectual; si mi obra tiene constante calidad o si son sólo unas cosas las que valen la pena, si mi obra es vasta o si consta de unos cuantos libros. Reflexionando, las tres son casi las mismas, lo que cambia es el oficio. Las tres me las imagino con un final feliz y personajes célebres, con varios triunfos y algunas dificultades que sobrepaso.
En la vida real han cobrado su tiempo. Los logros nunca tienen la altura de la imaginación pero puedo decir son memorias felices. Con el fútbol puedo comenzar desde que estaba en pre-primaria y todos me felicitaron por innovar, en el arte de dibujar una portería con gis, las líneas cuadriculadas de la red hasta la vez que jugué en Hong-Kong. Con eso de tocar guitarra, pues he pertenecido a un par de conjuntos integrados por amigos y las pocas veces que he tocado en vivo han sido inolvidables. Lo de la literatura. Nunca he ganado un concurso o publicado algo, pero este blog lo considero como un logro y me alegra leer. Supongo que si tuviera que adaptar la escena de High Fidelity -cuando el personaje principal revisa su lista de sus TOP 5 trabajos junto a su novia- a mi vida, ganar la champions league, tocar en ozzfest o publicar la primera gran novela del siglo XXI serían las que se quedan en lo imposible, pero la quinta (sé que me salté una, pero en la película la que cambian es la quinta) la rescribiría diciendo... No, mejor no. Iba a terminar el post de manera cursi, describiendo mi vida ahora y concluyendo que soy feliz. Mejor cierro diciendo que llevo mucho tiempo viviendo mis vidas imaginarias, les dedico horas, mi imaginación más vivida y todas mis esperanzas y lo seguiré haciendo. ¿Problema de identidad? No sé. Pero cuido mis vidas. Naipaul dice, visitando esa ciudad de Kipling: How fragile are our fairy-lands.